A propósito de los textos del Papa Francisco

A propósito de los textos del Papa Francisco

Por: Carlos Justino Novoa Matallana, S.J
Septiembre 27, 2013

La comunidad católica no es la dueña de la verdad única y absoluta, ni busca imponérsela a nadie
“Las lamentaciones que se oyen hoy sobre cómo va este mundo ‘bárbaro’ acaban generando en la Iglesia deseos de orden, entendido como pura conservación, como defensa. No: hay que encontrar a Dios en nuestro hoy. … Esto nos hace preferir las acciones que generan dinámicas nuevas”. Papa Francisco.

Carlos Novoa S.I., profesor titular, Departamento de Teología.

Quien pretende detentar la verdad única y absoluta juzga, condena y declara enemigo a quien no la acata, mandándolo a quemar en las hogueras inquisitoriales. Con Jesús sucede todo lo contrario; verifiquemos su testimonio: “No juzguen, y no serán juzgados; no condenen, y no serán condenados; perdonen, y serán perdonados” Lucas 6, 26-38; “Mujer ¿Ninguno te ha condenado?”… “Pues yo tampoco te condeno. Vete en paz; y no vuelvas a pecar” Juan 8: 10-11; “Estando Cristo crucificado se burlaban de Él en su cara los gobernantes y soldados”… Y Jesús decía: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” Lucas 23, 35/34.

La vivencia de la plenitud de la entrega gratuita al otro en la práctica del camino de Jesús, es el contenido del término verdad en el evangelio. No se trata de una formulación conceptual, inhumana, fría, rígida, inmutable, que se impone a todos o de lo contrario solo queda la condenación eterna. Y gracias a Dios en estos días nuestro Papa Francisco en una bella carta a Eugenio Scalfari, connotado intelectual italiano, no creyente, reivindica el más puro talante de la verdad evangélica. Verifica el Sucesor de Pedro cómo “la singularidad de Jesús es para la comunicación, y no para la exclusión. … yo no hablaría, ni siquiera para quien cree, de una verdad «absoluta»… la verdad, según la fe cristiana, es el amor de Dios hacia nosotros en Cristo Jesús. Por lo tanto, ¡la verdad es una relación! … Esto significa que se nos da siempre y únicamente como un camino y una vida. ¿No lo dijo acaso el mismo Jesús: «Yo soy el camino, la verdad y la vida»? En otras palabras, definitivamente la verdad y el amor son una sola unidad”.

Esta misiva está generando un gran revuelo en el mejor sentido, dentro de la intelectualidad occidental; la cual finaliza así: “Estimado doctor Scalfari, concluyo así mis reflexiones, suscitadas por lo que ha querido decirme y preguntarme. Acójalas como una respuesta tentativa y provisional, pero sincera y confiada, con la invitación que le hice de andar una parte del camino (en búsqueda de la verdad) juntos. La Iglesia, créame, a pesar de todos los retrasos, infidelidades, errores y pecados que haya cometido y todavía pueda cometer en los que la componen, no tiene otro sentido ni propósito que no sea vivir y dar testimonio de Jesús”.

A continuación traigo algunas partes de la maravillosa respuesta de Scalfari a esta carta. La traducción del original italiano es mía.

“La carta del Papa Francisco que publicamos ayer en nuestro periódico La Repubblica ha suscitado en mí, en nuestro director Ezio Mauro y en todos los colegas una grande emoción. Pienso que la misma emoción la han tenido todos aquellos que la han leído. ... leyendo las palabras del Papa, nuestro pensamiento es llamado y estimulado a reflexionar de cara a la concepción del todo original que el Papa Francisco expresa sobre el tema “fe y razón”, uno de los pilares de la arquitectura espiritual, religiosa y teológica de la Iglesia. Pero no solamente de ella: la cultura moderna de occidente nace exactamente de este tema que el Papa Francisco señala en su misiva. ...

La apertura hacia la cultura moderna y laica de esta amplitud, una visión tan profunda de la conciencia y su autonomía que caracterizan esta carta, no se había escuchado jamás hasta hoy por parte de la Cátedra de Pedro. Ni el Papa Juan XIII, ni las conclusiones del Vaticano II, ni los Pontífices siguientes habían llegado a tanto. El Papa Francisco ha dado este paso impactando en lo hondo mi conciencia. Recuerdo con grande afecto que una vivencia análoga la han vivido varios de mis colegas con el Cardenal Carlo María Martini, que no a caso era amigo del Cardenal Bergoglio. Pero Martini no era un Papa cuando decía estas cosas, Bergoglio ahora lo es. ...

Quien como yo no tiene fe ni la busca, quien como yo siente la fascinación de la predicación de Jesús y lo retiene hombre e hijo del hombre, no puede menos que admirar al Sucesor de Pedro que reivindica la Iglesia como lugar elegido para que el sentido de humanidad custodiado en vasijas de barro, no sea destruido por vasijas de plomo que fuera y dentro de la Iglesia quiebran en mil pedazos tales vasijas de barro. ...

Por todo esto larga vida y afectuosa fraternidad con Francisco, Obispo de Roma y jefe de una Iglesia que lucha también entre el bien y el mal”.

¡Que frescura! ¡Puro Evangelio y Jesús a borbotones! son los más espontáneos e insondables sentimientos que me producen la lectura y oración profunda que he hecho de la entrevista de nuestro querido hermano jesuita, el Papa Francisco, a la revista La Civiltà Cattolica. Esta entrevista se hizo pública pocos días después de la carta para Scalfari a la que me he venido refiriendo. Tal revista es de la Compañía de Jesús la cual posee un gran reconocimiento en Italia, y ha impreso el dialogo con Bergoglio al tiempo con un grupo de connotados semanarios jesuitas del mundo.

Porque no decirlo, estas palabras de nuestro Papa jesuita son toda una revolución de cara a ciertas áreas eclesiales que se caracterizan por su estilo pesado, impositivo y lejano del cotidiano humano. Lo absolutamente opuesto es el estilo papal. Tal es su amplitud y hondura que no es fácil sintetizarlo, a ver si en seguida no muero en el intento.

Marcan las palabras del Pastor de la Iglesia universal la expresión de su conducta cotidiana de gran libertad, rechazo radical a todo legalismo y verticalismo, hondo amor y entrega a la persona, y una total pasión por Jesús cuyos caminos solo encontramos en una búsqueda personal y comunitaria “que deja siempre un margen a la incertidumbre. Debe dejarlo”. “Las lamentaciones que se oyen hoy sobre cómo va este mundo ‘bárbaro’ acaban generando en la Iglesia deseos de orden, entendido como pura conservación, como defensa. No: hay que encontrar a Dios en nuestro hoy. … Esto nos hace preferir las acciones que generan dinámicas nuevas”. “No podemos seguir insistiendo solo en cuestiones referentes al aborto, al matrimonio homosexual o al uso de anticonceptivos. Es imposible. Yo he hablado mucho de estas cuestiones y he recibido reproches por ello. … no es necesario estar hablando de estas cosas sin cesar”.

“La presencia femenina en la Iglesia apenas se ha hecho notar, porque la tentación del machismo no ha dejado espacio para hacer visible el papel que corresponde a la mujer en la comunidad. … La mujer es imprescindible para la Iglesia. … En los lugares donde se toman las decisiones importantes es necesario el genio femenino. Afrontamos hoy este desafío: reflexionar sobre el puesto específico de la mujer incluso allí donde se ejercita la autoridad en los varios ámbitos de la Iglesia”. “Yo no soy quien para juzgar a los homosexuales. … Una vez una persona, para provocarme, me preguntó si yo aprobaba la homosexualidad. Yo entonces le respondí con otra pregunta: ‘Dime, Dios, cuando mira a una persona homosexual, ¿aprueba su existencia con afecto o la rechaza y la condena?’ Hay que tener siempre en cuenta a la persona. … En esta vida Dios acompaña a las personas y es nuestro deber acompañarlas a partir de su condición. Hay que acompañar con misericordia”.

Nuestro Obispo de Roma se considera una persona como cualquiera, así como Jesús “quien es igual en todo a nosotros” Hebreos 2, 17. Por esto él verifica “yo soy un pecador”, reconociendo sus fallas, ya que “humano es errar”: “Mi gobierno como jesuita, al comienzo, adolecía de muchos defectos. … Mi forma autoritaria y rápida de tomar decisiones me ha llevado a tener problemas serios… pero jamás he sido de derechas”. Asimismo, no oculta su humanidad débil como cuando nos dice que le encanta la oración aunque a veces en ella se distrae y se duerme, o sea que “se hecha su motosito” como decimos en “colombiano”; lo que a todos nos pasa, ¡por supuesto!