Algunas reflexiones sobre la COVID-19: ¿Un signo de los tiempos?

Santiago Jaramillo, S.J., quien pertenece a la comunidad Pedro Arrupe de Medellín, nos comparte esta reflexión a propósito de la pandemia COVID-19.
Tratemos de abordar desde diversos ángulos el asunto de la COVID-19 que estamos viviendo en estos primeros meses del año 2020.
Un diminuto virus puso en jaque la economía mundial y muchos aspectos sociales y religiosos. ¡Parece que está haciendo reflexionar!
Una gran incertidumbre flota en el ambiente: una vez superada la emergencia, ¿todo volverá a quedar como antes? Esto sería catastrófico.
Estamos ante un hecho (kairos) que no se puede desperdiciar. Tal vez sea la única oportunidad que se concede a la humanidad para renovarse.
En los efectos que produjo y está produciendo la COVID-19 se pueden mirar varios aspectos. 1) ¿Fue “profetizado”? 2) ¿Es un castigo, una llamada de atención que Dios hace en estos momentos a toda la humanidad? 3) ¿Que está produciendo el virus (aspectos económicos y humanos)? 4) ¿Qué valores y antivalores se ponen de relieve? 5) ¿Habla Dios a cada uno para que revise su vida personal y su participación en el culto, y a la Iglesia como cuerpo y en su culto? Finalmente, una conclusión.
1. ¿Hubo predicción? Profecía.
Algunos creen que hubo cierto tipo de “profecía” o “predicción”.
a. El Padre Álvaro Puerta, es un sacerdote sencillo, famoso por sus “Misas de sanación” y a quien inclusive le atribuyen milagros.
En una Eucaristía de sanación el año 2016, en el Santuario Mariano Nuestra Señora de la Esperanza, Soracá (Boyacá) habló de una peste que sacudirá al mundo, necesaria para que la humanidad vuelva los ojos hacia Dios. Dice que Dios ya no tolera más tanta blasfemia, tanto desafío. Ya no aguanta más. Dios está enojado. Llegó la hora. Esto es necesario. Habla de una pandemia. La misa puede encontrarse en Google.
Ante esto, las opiniones se dividen: unos dicen que se cumplió la profecía, otros afirman que cosas de este tipo sucederán antes de que vuelva el Señor, tal como puede leerse en los evangelios.
b. Nube de María. Es una “vidente” española. El 24 de diciembre de 2019 en una conferencia —su contenido puede verse en Google— dice que ella no es pesimista, pero que el próximo año, el 2020, será un año muy negativo. Invita a que aprovechen la Navidad con sus seres queridos, porque en el año siguiente habrá mucha angustia, mucho dolor, habrá que llorar a seres queridos. El hombre destruyó la naturaleza y ella se lo cobrará. En cambio, para la naturaleza, será un año positivo porque revivirá.
Este video suscitó controversia. Mientras unos lo aceptan como verdadero, otros lo niegan con algunos argumentos. Dicen que ella se contradice, pues en otra entrevista del 31 de diciembre afirma que el 2020 será un buen año.
c. Nostradamus. En la web se divulgó un texto presentado muy atractivamente en varios colores, empleados para la explicación del texto. Dice: "En el año de los gemelos surgirá una reina desde el Oriente que extenderá su plaga de los seres de la noche a la Tierra de las siete colinas transformando en polvo a los hombres del crepúsculo para culminar en la sombra de la ruindad".
Tal como se hizo circular en las redes, sería muy clara la “profecía” sobre lo que estamos viviendo. Sin embargo, los estudiosos de Nostradamus afirman que entre sus “profecías” no se encuentra ningún texto similar. El texto puede leerse en Google.
d. Bill Gates en una conferencia el 2015 habla de una próxima catástrofe mundial, una epidemia mundial. Una guerra mundial no de misiles, sino de un virus muy infeccioso. El mundo está preparado para la guerra, pero no para la epidemia. Muestra un cono de lo que parece ser una explosión atómica y a su lado una imagen de un virus muy semejante al coronavirus. El contenido de la conferencia sería bastante claro sobre la COVID-19. Toda la conferencia está igualmente en Google.
Han difundido una conferencia muy larga de una médica argentina —presentada como una persona “genial”—. Ella dice que todo este alboroto es una “tomadura de pelo”, da sus argumentos, es algo preparado por diversos intereses y que por eso Bill Gates estaba enterado de lo que iba a suceder.
e. También se mencionan algunos libros en los que se podría encontrar alguna predicción.
Entonces, ¿sí hubo profecía? ¿Sí existió alguna predicción? ¿Todo son simples coincidencias? La decisión queda abierta al criterio de cada uno.
2. ¿Es un castigo, es una prueba?
Algunos creen que todo este revolcón que está produciendo el virus es un castigo. Otros no lo admiten, porque dicen que Dios no es un Dios castigador, sino misericordioso que siempre está con nosotros.
Pero también hay quienes tratan de probar con textos de la Escritura que Dios sí ha intervenido con castigos para corregir a la humanidad.
¿Se trata entonces de una prueba? ¿Sería un llamado de atención para una necesaria y urgente conversión?
Lo cierto es que estamos ante un misterio. Parece que Dios quiere decir a la humanidad algo muy concreto y permite este “signo de los tiempos”. Debe ser interpretado por los gobernantes y por la Iglesia. Es un tiempo de gracia. Hay que aprovecharlo. Desperdiciarlo traerá consecuencias insospechadas.
El hombre ha conseguido tantos éxitos que se olvidó de que es una creatura y que por lo tanto debe actuar dentro del plan de su Creador. No es autónomo, como él lo quiere. La no aceptación de tal realidad ha convertido a las personas en autosuficientes, codiciosas, indiferentes ante la ordenación de Dios y de allí el pecado que descompone a la persona y a la naturaleza. ¿Esa descomposición es lo que nos está mostrando la COVID-19?
Estamos ante un tiempo de gracia en el que Dios sin ninguna duda habla. Hay que escuchar su voz contenida en la pandemia de la COVID-19.
3. ¿Qué está produciendo el virus?
Aspectos económicos
Un pequeño virus arrodilló al mundo, a los poderosos…
El hecho en el que parece estar todos de acuerdo, es que después de esta pandemia, las cosas no seguirán iguales, el mundo será diverso en todo sentido, la humanidad iniciará un cambio profundo, se habla de una nueva época.
Sin embargo, ya comienzan a oírse voces que vaticinan que las cosas no cambiarán. Inclusive afirman que pueden empeorar.
Un hecho incontrovertible: esta pandemia puso de manifiesto la desigualdad social, la miseria en que viven muchos, el sufrimiento y la angustia cotidiana para poder sobrevivir día a día. Revolcó la economía mundial.
La COVID-19 desenmascaró graves problemas sociales que ya existían. No quedarán soterrados. Los afectados no lo permitirán. No se les prestaba atención: “todo estaba normal”. Quienes no los sufrían, vivían tranquilos.
La pandemia hizo ver con toda claridad la desigualdad social, la mala distribución de la riqueza, la pobreza extrema de muchos, el hambre, el problema social que crea la informalidad.
Ante la realidad que se manifestó, muchos se despertaron del letargo. Instituciones, personas de todos los niveles y hasta el propio gobierno. Se suscitó una generosidad y solidaridad inusitadas. Grandes donaciones para ayudar en la contingencia.
Otros se rebajan los “sueldazos” que devengan para mitigar el daño de los sitios de trabajo y no quedarse sin él.
Apareció el fondo del problema: grandes capitales guardados, sin prestar su función social, salarios excesivos…
El dinero ofrecido, las “donatones” muestra que el problema social saltó a los ojos de todos, pero esas acciones “bomberiles” para apagar el incendio y conjurar un posible levantamiento popular no son suficientes. Es inviable subsidiar indefinidamente con mercados, ayudas de distintas formas.
Es necesario llegar al fondo del problema, abrir nuevos frentes efectivos de trabajo para que la gente pueda trabajar y no se “acomode” a recibir lo necesario para vivir sin hacer nada. ¡Hubo revolcón económico-social!
Mientras se abren los nuevos frentes de trabajo, habrá que ayudar a los que no tienen qué comer. Pero el dinero acumulado e inactivo debe empezar a ser productivo. El dinero tiene “hipoteca social”.
El virus hizo aparecer en toda su dimensión la situación de los desprotegidos. Esa gente no entraba en las preocupaciones de los que estaban “acomodados” en su posición social. La desgracia siempre había existido, pero a muy pocos, les interesaba. Se necesitaba el “sacudón” del virus. Los que estaban tranquilos sintieron susto, también ellos estaban en peligro.
La pandemia llamó a la reflexión, a buscar la salida definitiva a esas situaciones. Todos tienen que descubrir el mensaje que está enviando Dios. Se impone urgentemente un cambio total social-económico. Las cosas no pueden seguir como están, la humanidad debe iniciar una etapa nueva social-económica.
Los acontecimientos muestran claramente que algo importante está fallando. ¿Cómo arreglarlo? Hay que pasar a la ejecución. Las cosas no se arreglan solas. ¿Quiénes serán los líderes que sean capaces de conducir el cambio? ¿Cómo podrá la Iglesia estar presente para iluminar cambio con el evangelio?
Desafortunadamente, parece que los políticos colombianos no han entendido el problema y siguen enfrascados en “lo de ellos”, en torpes peleas y discuciones. No se ve hasta ahora que aúnen fuerzas para empezar la época social nueva. No aparece —ni en Colombia ni en el mundo— un líder que convoque a otros líderes a trabajar en este problema, a formar un grupo de expertos que planteen soluciones creativas, eficientes, que abran caminos para solucionar el problema. Si no se obra rápidamente, Colombia se hunde.
Y para acabar de ajustar, ¡qué tristeza más grande! Aparecieron los “avivatos” en distintos campos. Comenzaron a robar de mil maneras el dinero que es de los pobres. Los ladrones atracan los vehículos repartidores de ayudas a quienes tienen hambre.
Existe abundante dinero en manos de unos pocos, sean personas o entidades, pero ese dinero no está prestando la función social que tiene. Los que lo poseen deben ponerlo a generar buenas oportunidades de trabajo, nuevos empleos, o la situación no se compone.
Aspectos humanos
Este virus ha creado un verdadero drama humano: Los médicos y personal de la salud declaran no poder más con la COVID-19. Sufren con la realidad que se les impone: están agotados, no dan más. No están dotados con todos los elementos necesarios para evitar contaminación. De hecho, ya muchos médicos están contagiados y otros han muerto. Con profundo dolor tienen que quitar los respiradores a los más viejos para darlos a los más jóvenes, elegir, contra todo su ser médico de salvar vidas, a quién atienden y a quién se deja morir, como sucedió en Italia y España.
¡Y qué dolor, qué aberración, discriminan a los médicos y enfermeras, toman medidas contra ellos, porque están luchando contra el virus y pueden infectar!
Resaltar la abnegación de los médicos, enfermeras y de las personas que trabajan para servir a los enfermos y rechazar la indiferencia y la persecución a la que se han visto sometidas. Por algo se dice que en estos casos aparece lo mejor y lo peor de las personas.
4. Valores (y antivalores)
Los valores se perdieron y ahora se ve que es necesario recuperarlos. Por eso estamos en las que estamos. El individuo y la sociedad deben regirse por valores, no puede ser que cada uno obre según le parece. Vivir los auténticos valores es indispensable para que se efectúe un auténtico cambio social.
Los auténticos valores
a. La sensibilidad social ante la adversidad.
b. Inmensa reserva de solidaridad con el que sufre, con el vulnerable. Lo demuestra los diversos tipos de ayudas aportadas espontáneamente.
c. Se redescubrió que el prójimo existe. Cada uno debe ayudar y asumir sus responsabilidades personales.
d. El valor de la familia, la vida en ella, el afecto entre sus miembros, la necesidad de concederle el tiempo suficiente para su desarrollo, para conversar y conocerse mejor. El acercamiento mutuo construye familia. Los padres están redescubriendo su oficio de padres.
e. Conocimiento de sí mismo: la fragilidad humana, quiénes somos, cómo relacionarse con el otro, respetarlo, cómo tratar la naturaleza.
f. La responsabilidad para proceder rectamente en lo social y personal. Acatar las normas que son para bien de todos. Advertir que la indisciplina y la “astucia” en el obrar perjudican al otro.
Los aparentes “valores”
a. Tener. Muchos consideran que tener dinero, bienes es lo más importante, que el dinero todo lo soluciona. La pandemia descubrió que ataca la riqueza, destruye y arruina la economía.
b. Usar la naturaleza en servicio propio. No se puede abusar de ella para obtener ganancias. Ella está exigiendo una relación nueva (“La creación , en efecto, fue sometida a la caducidad, no espontáneamente, sino por aquel que la sometió, en la esperanza de ser liberada de la esclavitud de la corrupción para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Pues sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto”. Cf. Rm 8, 20ss). Ya lo advirtieron los Científicos: si el hombre continúa destruyendo la naturaleza por intereses económicos…, vendrán pandemias peores.
c. El orgullo, el egoísmo (buscarse a sí mismo), el consumismo, el ritmo frenético de la vida, las pasiones desenfrenadas, el gusto, el placer
Asumir los auténticos valores personales y sociales que ayudan a crear una sociedad nueva, un mundo nuevo y respetar las leyes propias de la naturaleza.
5. Dios habla por la COVID-19
¿Y permitió Dios los enormes desastres que ha causado la COVID-19 para “hablar” por ese medio a la Iglesia, a los dirigentes de las naciones, a cada persona, para sacudir a todos? Parece que no se puede dudar de ello, pero ¿la sociedad, la Iglesia y cada uno está oyendo su voz?
a. A cada uno sobre su forma de dar culto a Dios.
Todo esto sucede cuando el pueblo de Dios se preparaba para vivir el Misterio pascual y resulta que solo lo puede mirar por televisión. Celebraciones de Semana Santa solo en algunos sitios de culto (Vaticano y parroquias).
Un sinnúmero de personas que deseaban confesarse para culminaar su camino cuaresmal no puedieron hacerlo por las condiciones sanitarias que se exigen para evitar la propagación del virus.
Los católicos no pueden recibir el Pan de la Vida. Celebración de sacramentos y exequias, solo “en privado”.
Iglesias, vacías, cerradas, sin celebración diaria de la Eucaristía.
Lo que ha sucedido en este tiempo de pandemia de la COVID-19 en la vida del culto que el católico debe tributar a Dios, requiere examen, buscarle con la luz del Espíritu Santo una interpretación razonable. ¿Por qué sucede esto tan doloroso? ¿Por qué Dios permitió dicha situación que entristeció espiritualmente a tantas personas? Una lectura superficial de los hechos diría que todo se debe a una situación “ de rebote”. Aunque así pueda juzgarse a primera vista, “este signo de los tiempos” contiene un mensaje más profundo.
b. El pueblo católico en general no ora, no sabe orar, no se le ha enseñado a orar, desconoce la importancia de la oración —a no ser cuando se ve en afugias, ahí sí reza—. Es necesario orar en familia, construir día a día la iglesia doméstica.
c. Volver la mirada hacia Dios. Algo positivo que trajo la COVID-19 es que llevó a reflexionar sobre la importancia de estar cerca de Dios. La necesidad de “espiritualidad”, como lo expresan ya algunas personas, inclusive los que se llaman “ateos”. ¿Les ayudarán los pastores a volver su mirda a Dios?
d. En su vida personal la mayoría de los católicos necesitan ser instruidos sobre el contenido de la Misa y la manera de participar en ella. Que sea participación activa consciente y fructuosa, no un “mero aburrido ir a misa”. La Constitución sobre la Sagrada Liturgia dice en el n. 48:
“(…) sean instruidos con la palabra de Dios, se fortalezcan en la mesa del Señor, den gracias a Dios, aprendan a ofrecerse a sí mismos al ofrecer la hostia inmaculada no solo por manos del sacerdote, sino juntamente con él, se perfeccionen día a día por Cristo mediador en la unión con Dios y entre sí, para que finalmente, Dios sea todo en todos”.
Las homilías que los fieles escuchan deben ser mistagógicas, catequéticas.
“Se recomienda encarecidamente, como parte de la misma liturgia, la homilía, en la cual se exponen durante el ciclo del año litúrgico, a partir de los textos sagrados, los misterios de la fe y las normas de la vida cristiana (…) ibid. 52. ¡Bien distante esto de algunas homilías que escuchan los participantes en la Eucaristía!
Enseñar que la confesión es sacramento de conversión, de compromiso de cambio, de unión con Dios, de reconciliación, de paz, entre otros.
Dios mira a su Pueblo y no está de acuerdo con su superficialidad religiosa y lo quiere sacar de su modorra espiritual. Lo quiere activo, vivo, de relaciones muy profundas y comprometidas con su Creador.
En conclusión: la COVID-19 está mostrando que es urgente y necesaria una reforma espiritual profunda de los católicos.
La Iglesia
Su culto
Es impactante que este problema de la COVID-19 suceda en Cuaresma, periodo en el que los católicos recorren un camino espiritual de conversión. Quienes deseaban culminarlo con la confesión no pudieron, porque era imposible que los sacerdotes celebraran el sacramento de la Penitencia.
El pueblo de Dios no pudo vivir la celebración gozosa de la Vigilia Pascual, que es la cumbre de las celebraciones de Semana Santa y de todo el año litúrgico. La celebración jubilosa de la Pascua solo pudo celebrarse en el Vaticano y en las parroquias (en forma muy "discreta", diría, pobre). (Cf. decreto de la Congregación para el Culto y los Sacramentos). Doloroso que haya sucedido esto con la Vigilia Pascual. Y lo digo, porque:
“La santa madre Iglesia católica considera deber suyo celebrar con un sagrado recuerdo en días determinados a través del año la obra salvífica de su divino Esposo. Cada semana en el día que llamó “del Señor” conmemora su Resurrección, que una vez al año celebra también junto con su santa Pasión en la máxima solemnidad de la Pascua. (…) Conmemorando así los misterios de la redención, abre las riquezas del poder santificador y de los méritos de su Señor, de tal manera que, en cierto modo, se hacen presentes en todo tiempo para que puedan los fieles ponerse en contacto con ellos y llenarse de la gracia de la salvación” (Constitución sobre la sagrada Liturgia, 102, tercer párrafo). El subrayado es mío.
¿Experimentaron quienes pudieron celebrar la Semana Santa íntegramente el dolor de quienes tuvieron que reducirse a “ver” y “mirar” por televisión, sin poder participar en las acciones litúrgicas, sin poder comulgar…?
¿Qué lectura tiene esto? ¿Hay algún mensaje especial para la Iglesia en su culto? ¡Sin dudarlo que sí! La Iglesia debe descubrir la voz de Dios con lo sucedido en su culto.
Miremos esto del culto de la Iglesia desde otro punto de vista. La forma de presidir las celebraciones litúrgicas. Los fieles se encuentran con celebraciones realizadas a la carrera, como por salir del paso, sin la debida preparación, en las que se desperdician elementos que la Constitución sobre la sagrada Liturgia concede para que haya unas celebraciones vivas y evangelizadoras. Otros, en cambio, con su creatividad fantástica inventan “su liturgia”, no sin desconcierto de los fieles y en contra de la Constitución sobre la sagrada Liturgia, n. 22, par 3: “Por lo mismo, (antes habló de dónde reside la competencia de reglamanetar la sagrada liturgia) que nadie, aunque sea sacerdote, añada, quite o cambie cosa alguna por iniciativa propia en la liturgia”.
Cristo se ofrece como Pan de Vida, como Alimento indispensable para tener vida eterna. El pueblo católico está hambriento de recibir la Comunión y no se le puede dar este Alimento. Las iglesias están cerradas.
(Ojalá que la invitación que se hizo a los fieles para seguir por televisión —como única alternativa para salvar algo—, la Semana Santa y la Eucaristía los domingos no desemboque en una deformación del criterio de cómo se debe participar en la Liturgia de la Iglesia. Que el criterio sea “ver la Misa” y así cumplir “el precepto”. Un raciocinio simplista puede llevar a pensar que si se pudo así antes —por el virus— por qué no ahora con esta dificultad que tengo. ¡Qué bueno “estar en Misa” sin tener que salir de la casa y estando bien cómodo! Que no se pierda la convicción de que es necesario para la vida espiritual de la persona participar presencialmente en la celebración de la misa).
Parece que mirando con ojos de fe todas estas circunstancias encontramos una voz potente de Cristo, un mensaje, claro de Dios para la toda la Iglesia en su culto. ¿Será que Cristo está gritando que quiere y exige un Culto en espíritu y en verdad? ¡Pero hay que querer entender el mensaje!
Cada presidente de la asamblea necesita revisar sus disposiciones espirituales, materiales, sicológicas para presidir las celebraciones.
Su cuerpo
Ha habido muchos escándalos que han desacreditado la Iglesia. Para nadie es un secreto que lo que llamamos Vaticano exige cambios en su estructura. También necesitan cambios las arquidiócesis, diócesis y parroquias para su labor pastoral.
¿Por qué la deserción de los católicos hacia las iglesias cristianas? ¿Por qué se disgrega el único rebaño? Esto exige examen serio. ¿Qué causas hay?
Los sacerdotes. ¿Es necesario revisar su trato con los demás? ¿Su presentación personal? ¿Por qué evitan ser distinguidos por una manera especial de vestir, tal como lo tienen otras personas que se identifican por su “uniforme”?
La CEC en las Normas complementarias para Colombia 1989, pág. 12, cita el canon 284 y dice:
“La Conferencia Episcopal de Colombia decreta: el traje eclesiástico que según el Canon 284 deben usar los clérigos es la sotana o un vestido digno y serio con el distintivo especial del cuello eclesiástico.”
Clericalismo. El Papa dice que se trata de una situación delicada.
“Iglesia en salida”. El Papa habla continuamente de esto.
El secularismo se le ha ido infiltrando subrepticiamente a la Iglesia.
El posible mensaje que trae esta pandemia a la Iglesia sea: ¿ya se dio cuenta de que ella también tiene que sacudirse en su estructura y en su culto para poder renovarse en su oficio santificador?
Todo lo sucedido está gritando que hay que la Iglesia necesita urgentemente una reingeniería.
Conclusión
Dios está hablando a la Iglesia y al mundo por medio de la situación creada por la COVID-19.
La situación social puede empeorar. El descontento está claro. La sociedad está expuesta a una explosión social, si no se remedian prontamente las desigualdades y la estructura social y económica que aleje las inequidades y el hambre. De hecho ya ha habido brotes de saqueos…
Con solo subsidios lo único que se obtiene es un estado paternalista con personas que no quieran trabajar, sino recibir todo gratis y fomentar en ellas la actitud del no pago. Con estas personas se forma una nación —dicen los entendios— en el que la pobreza sigue, las pesonas están totalmente dependientes del estado. Así quedan sometidas al gobierno, y este las domina. Es la forma imperante en los países comunistas. El comunismo necesita tener gente pobre para sobrevivir.
Es necesaria una reflexión profunda que concluya con la adopción de los los cambios necesarios para que en el mundo, en la naturaleza, en la Iglesia y en cada persona comience una nueva época en la que florezca el bienestar social, se respete la naturaleza y rejuvenezca la vida de la Iglesia y de cada persona.
La sociedad requiere ya una nueva estructura económica.
La Iglesia necesita implementar una Nueva Re Evangelización que cambie el corazón de las personas para que también se transforme el mundo.
El camino: ¿Un Sínodo de tipo especial, una especie de “vaticano III"?
Si se desperdicia esta oportunidad, ¿habrá otra para empezar la nueva época que está necesitando el mundo?