Agosto 18, 2019: Apuntes del Evangelio

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Por: Luis Javier Palacio S. J.

Esto se da en el momento en que la institución entra en crisis. Por ejemplo, cuando sostenía el cristianismo el origen divino del poder de los reyes y ya los reyes eran insostenibles a finales de la Edad Media. Surge entonces la desestabilización de las monarquías, mostrar que no podía ser voluntad de Dios su poder absoluto, resaltar el valor del ciudadano frente al de súbdito, trasladar el poder al pueblo y éste entregarlo libre y voluntariamente a quien decidía hacerlo. No se excluye, entre estas instituciones, la tribu o casa de los judíos, pues propiamente el concepto de familia no existía en el judaísmo. Algo similar a lo que hoy llamamos clan. El término más cercano es mishpajah que significa “casa paterna”. En el Deuteronomio se pide a la casa o tribu que abra sus puertas al extranjero, al huérfano, a la viuda, sin que medien lazos de sangre. Así que lo que llamamos familia, en la época de Jesús, sería una “familia ampliada” con esclavos, esclavas, concubinas, parientes, extraños acogidos como miembros de la tribu, sirvientes con su descendencia. El mandamiento era “honrar a los mayores” para que funcionara una institución tan heterogénea. Honrar “padre y madre” es una versión posterior de familia al estilo griego o romano. En la traducción de la Biblia Hebrea al griego se usa oikos (casa) que ya tiene una connotación diferente a la casa judía. En este paso, la familia gana en intimidad y homogeneidad, pero pierde en apertura y generosidad. Luego del código de Napoleón nace la “familia burguesa” que es la actual, cada vez más cerrada sobre sí misma en lo jurídico, moral, religioso, económico y social. Es bastante criticable desde el punto de vista evangélico, lo cual puede explicar la poca acogida del llamado de Francisco a que las familias cristianas de Europa acojan a los migrantes africanos o asiáticos.

Son varios los textos de los evangelios que resaltan lo conflictivo que el cristianismo pudo ser en la casa judía. Expresión extrema es decir que «si alguno viene donde mí y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas y hasta su propia vida, no puede ser discípulo mío» (Lc 14:26). Pedro pregunta qué van a recibir a cambio con sus compañeros que han dejado todo para seguir a Jesús y éste les responde que tendrán madres, casas, haciendas, hermanas y hermanos en abundancia, mostrando una nueva forma de constituir casa o tribu. Igualmente cuando en dos ocasiones afirma que quien hace la voluntad de Dios es su madre, sus hermanos y sus hermanas. Jesús mismo empieza a mostrar su autonomía frente a los mayores a la edad de 12 años cuando se queda en Jerusalén con motivo de la Pascua. Si bien luego se presentará como modelo de familia la de José, María y Jesús, no corresponde con la de la época. Ni siquiera la “casita de Nazaret” con sus leyendas, pues tales “casitas” no existían en Palestina. Pero también tuvieron dificultades con el pre-adolescente Jesús como las tiene cualquier adolescente de hoy. Fueron perseguidos por Herodes, desplazados, según Mateo, y no pueden volver a su tierra por la presencia de Arquelao.

Como hermanos se designaba a todos los miembros de la tribu, cada uno de los cuales tenía la obligación de prestar ayuda y protección a los otros. Algo similar a lo que se pedirá a los creyentes. El goel, origen del concepto “redentor” era el pariente próximo que había de comprar el patrimonio vendido por necesidad, rescatar al hermano de la esclavitud y darle sepultura digna cuando fallecía. También había costumbres violentas como la “venganza de sangre” en el caso de un hermano asesinado.

En tiempos de Jesús la casa (familia) era mayoritariamente monógama, sometida a la indiscutible autoridad del padre. Los Evangelios ofrecen la angustia por miembros enfermos o difuntos, como la viuda con un único hijo, la mujer con su hija enferma, el centurión y su criado enfermo, el hijo pródigo, objeto de la misericordia de Jesús, pero no aparece similar preocupación por sus propios parientes. Que María se ocupe de su “parienta” Isabel es un caso único. Jesús muestra una clara relativización de todo modelo familiar. El seguimiento de Jesús representa un conjunto de valores en orden a los cuales puede y tiene que ser juzgada la misma institución de la familia. Algo similar predicaban los filósofos griegos, sobre todo los estoicos y los cínicos quienes ponían la búsqueda de la verdad o el vivir según la razón, por encima de los compromisos familiares. Por esta vía se va afirmando progresivamente el principio de la libre opción de la pareja que era y es desconocida en muchos pueblos orientales. La historia registra el caso de Tecla que vive con bastante libertad social su fe cristiana. En virtud de la fe y práctica de la voluntad de Dios expresada en los valores del reinado «todos vosotros sois hermanos» (Mt. 23:8). A partir de los valores del reinado de los cielos asentados por Jesús, los apóstoles ofrecen reglas de comportamiento general a las que tienen que someterse respectivamente los padres y los hijos. La familia no es de por sí el reinado de Dios por más que parezca serlo para el Estado, la economía, las leyes sociales.

Algunas recomendaciones de Pablo resultan, en este sentido, hoy rebatibles. Por ejemplo, la sumisión de la mujer a su marido; la superioridad del hombre como imagen de Dios (por lo cual no se cubre la cabeza) y la mujer como dignidad del marido (por lo cual se cubre la cabeza); la sujeción del esclavo por el amo; el silencio de la mujer en la asamblea. La teología feminista nos ha hecho más conscientes de estos implícitos culturales de la época.

Aunque la imagen de familia sigue siendo sugerente, como cuando decimos que la iglesia es una familia (y el templo la casa de Dios), podemos con razón preguntarnos a cuál familia se refiere, pues ha habido variados modelos a lo largo de la historia. El modelo que hoy tenemos tiene igualmente muchos “cuartiles” de variaciones: monoparental, madresolterismo, unión libre, unión civil, guardería de abandonados, huérfanos de la violencia, hijos adoptados por parejas de igual o diferente sexo, etc. Padre, madre e hijo (o hijos) biológicos como modelo, deja muchas personas por fuera. Termina siendo un modelo excluyente. El Concilio Vaticano II usa para iglesia los conceptos amplios de pueblo de Dios y de cuerpo de Cristo. El evangelio usa las parábolas de trigo y cizaña, peces comestibles y no comestibles, pero impide constituirnos jueces para separarlos. Si bien es verdad que la manera de vivir de los cristianos, en los primeros siglos, termina cambiando el concepto de familia tampoco podemos pensar que fue simplemente una semilla que creció. Cuando entra el Estado, para bien o para mal, la familia pasa a ser lo que el axioma popularizado expresa como “célula fundamental de la sociedad”, en ningún momento “célula fundamental de la iglesia” que debe ser mucho más amplia.