Junio 25, 2017: Guión para la radio

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Por: José Martínez de Toda, S.J. 

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Moderador/a: Buenos días. Estamos aquí en el Estudio… (Se presentan los participantes).
El Evangelio del domingo de hoy es un llamado a no tener miedo a nada, pues Dios está con nosotros.

Lectura del santo evangelio según San Mateo (Mt 10, 26-33)

JESÚS – Por tanto no les tengan miedo. No hay nada encubierto que no se descubra, ni escondido que no se divulgue.

Lo que les digo de noche díganlo en pleno día; lo que escuchen al oído grítenlo desde los techos. No teman a los que matan el cuerpo y no pueden matar el alma; teman más bien al que puede arrojar cuerpo y alma en el infierno.

¿No se venden dos pájaros por unas monedas? Sin embargo ni uno de ellos cae a tierra sin permiso del Padre del cielo. En cuanto a ustedes, hasta los pelos de su cabeza están contados. Por tanto, no les tengan miedo, que ustedes valen más que muchos gorriones.

Al que me reconozca ante los hombres, yo lo reconoceré ante mi Padre del cielo. Pero el que me niegue ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo.

Pregunta 1 – ¿Por qué Jesús les dice a sus seguidores que no tengan miedo?

Jesús acaba de decir a sus seguidores que les perseguirán y les encarcelarán.

Eso ha ocurrido con tantos mártires, por llevar la Buena Noticia del Amor y la Justicia a todos. Y en América Latina tenemos muchos mártires: el Beato Romero, los jesuitas de El Salvador, Brasil, Canadá, Estados Unidos, Bolivia, etc., y religiosas en Brasil.

Pregunta 2 – ¿Qué nos aconseja Jesús?

Todos los que aquí estamos reunidos hoy, hombres y mujeres, somos llamados y enviados. La cosecha es inmensa y los obreros pocos. Jesús llama para la misión, para el envío, para vivir en el amor, para llevar la mejor noticia: Dios Amor.

Jesús dice tres veces a sus discípulos que no tengan miedo. Y envía a estos hombres miedosos e incultos a continuar su obra. Y a todos nos dice Jesús, tres y mil veces: “No tengan miedo”. “No teman a los que sólo pueden matar el cuerpo”.

Y Jesús pone el ejemplo de esos pajaritos, que vuelan y vuelan sin miedo (“Y Vds. valen más que los pájaros”), y cómo hasta nuestros cabellos están contados, porque nada pasa sin el permiso de Dios.

Pregunta 3 – ¿Puede un cristiano tener miedo de dar testimonio de su Señor?

Jesús habla del miedo profundo e interior del discípulo: el miedo a dar la vida por el Señor, el miedo a dar la cara por el evangelio, el miedo a decir a los hermanos: “Yo soy cristiano, yo voy a la iglesia, yo leo la Biblia, yo amo a Dios y a mis hermanos. Mi fe en Jesús me ayuda en la vida, porque me impide hacer el mal, me lleva a ayudar a los demás…”

Pregunta 4 – Algunos tienen miedo a los malos espíritus, al demonio.

Te pregunto: ¿Quién es más poderoso? ¿Dios o el diablo? ¿De quién te fías más? ¿En quién piensas más?

Hay personas obsesionadas por los malos espíritus. Piensan que han invadido su casa, y piden el Agua Bendita esparcida por un exorcista.

Lo que han invadido es su imaginación. Y cuanto más piensan en los malos espíritus, más dirán que están aterradas por su presencia.

S. Ignacio en sus Ejercicios dice que en nuestros oídos izquierdo y derecho están el Espíritu Bueno y el Espíritu Malo hablándonos. ¿A quién de los dos haremos caso? Depende de nosotros. Dios nos hizo autónomos y libres.

Pensemos más en Dios y menos en el diablo. No hagamos caso a los santeros. Digamos el Padre Nuestro, “Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío”. Recemos el Ave María, nuestra Madre del Cielo. Echa agua bendita en tu casa y confía en Dios.

Pregunta 5 – Pero podemos tener miedo por otros motivos.

Así es. Miren lo que le pasó a Jaimito.

<El pequeño Jaime recuerda una noche en casa de su abuela, la recuerda como la noche de la gran tormenta. Y él tenía miedo de ir a su casa solo. Su padre tuvo que ir a buscarlo. Viento, agua, truenos y rayos llenaban el cielo oscuro y tenebroso.

El padre de Jaime llegó con un impermeable grande y azul y le dijo: “Hijo, vamos a casa”.

Cubrió a su hijo con su impermeable y los dos se enfrentaron a la tormenta. A pesar de la ferocidad de la tormenta, el pequeño Jaime no tenía miedo. Sabía que su padre veía; abrazado a su padre, se sentía seguro. Poco después el impermeable se abrió y estaban en casa.> (P. Félix Jiménez Tutor, escolapio).

Pregunta 6 – ¿A qué tenemos miedo?

Miedo a caer enfermo.
Miedo a subir en un ascensor con un extraño.

Miedo a perder el trabajo.

Miedo a las locuras de los hijos.

Miedo a perder el esposo.

Miedo a lo que piensen de nosotros, a que no nos consideren

La vida del cuerpo siempre está amenazada. Es nuestra condición humana.

Tener miedo es sentirse como en un callejón sin salida, que es la zozobra, el malestar, la inseguridad; en una palabra, el miedo.

Jesús nos dice hoy:

“Ten miedo a los vicios que te encadenan. No tengas miedo a mi amor que libera.

Ten miedo a la pereza, al dios dinero, al placer prohibido. No tengas miedo al sacrificio, a la virtud, a una vida limpia. No tengas miedo a tu Padre, Dios.

Ten miedo a tus instintos pecadores. No tengas miedo al Espíritu Santo liberador y dador de vida”.

Pregunta 7 – Lo opuesto al miedo es el valor. ¿Son ustedes valientes?

Sí, hay muchos valientes, pero por desgracia son valientes en la pelea, en la bebida, en golpear a su esposa, en hablar mal, en traficar con drogas…

El Señor en este envío nos dice que tenemos que ser valientes en entrar en su camino, en darle tiempo a la oración, en formar grupos y comunidades cristianas, en llevar los Ejercicios Espirituales a todas partes. Valientes para defender el matrimonio, educar a los hijos.

Pregunta 8 – ¿Dónde sacaremos fuerzas y valor?

En el circo los trapecistas se lanzan al vacío sin miedo y hacen sus números con maestría y valor; pero saben que, si fallan, hay una red abajo que los recoge.

En este circo de la vida el cristiano puede demostrar el mismo valor, porque Dios es nuestra red protectora.

Dios es el padre que viene a rescatarnos los días de las grandes tormentas para llevarnos en sus brazos a la seguridad de su casa.

Pregunta 9 – ¿Cómo reaccionar ante el mal que vemos venir?

Decimos como Jesús en Getsemaní: “Que pase de mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad, sino la Tuya”. “Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío”. Me fío de Dios. Sé que Él me dará lo que me conviene.

Como nos recomienda S. Ignacio en el Principio y Fundamento de sus Ejercicios: “Soy indiferente ante salud o enfermedad, riqueza o pobreza, honor o deshonor, vida larga o corta. Sólo quiero que me ayude a amar más a Dios y a los demás”. [EE 23]

“Nada te turbe, nada te espante, quien a Dios tiene nada le falta.

Nada te turbe, nada te espante, sólo Dios basta.” (Sta. Teresa)