Caja de Herramientas
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Presentación

Por: María Teresa Urueña

Tenemos el gusto de compartir la Caja de Herramientas de formación política y ciudadana para la Paz, el Perdón y la Reconciliación de la Compañía de Jesús en Colombia. Esta caja ha sido construida a partir del trabajo realizado por las Obras Transversales o de presencia nacional, como una propuesta pedagógica que tenga alcance en todas las regiones, y así responder a las demandas de evangelización, educación e incidencia, y apoyar los procesos desarrollados en ellas. Estos instrumentos están ordenados y clasificados temáticamente en la Hoja de Ruta, y representan el acumulado histórico de experiencias y saberes de la Compañía de Jesús en Colombia en estos temas.

Como Compañía de Jesús apuntamos a que estas herramientas permitan en cada contexto la reflexión y vivencia de la experiencia tanto-cuanto sea posible, y que esto nos lleve a interiorizarlas, asimilarlas y principalmente que sean un llamado a la acción y transformación de las realidades regionales. Por tanto, su uso nos pide un discernimiento comunitario para atender a la realidad de las comunidades y personas acompañadas en las instituciones educativas, grupos pastorales o por los centros sociales.

Estas herramientas buscan contribuir a la misión del Compañía universal comprometida con el servicio de la fe y la promoción de la justicia, y para ello profundiza en el llamado hecho por la Congregación General 35 (CG 35) a establecer relaciones justas con Dios, con los demás y con la creación, ratificado en el Decreto 1 de la CG 36 “Compañeros en una misión de reconciliación y justicia”.

Como resalta la CG36 la reconciliación es siempre obra de la justicia; una justicia discernida y formulada por las comunidades y contextos locales (D1, n21). Es así que desde la Provincia colombiana se han generado espacios de reflexión sobre la paz, el perdón y la reconciliación, sin que esto signifique que sea una discusión agotada o una única manera de comprenderlos. Ponemos a consideración de quienes usarán estas herramientas algunas ideas sobre estos temas, y resaltamos que en la lectura que se haga de ellos existe un reto y tensión permanente de lograr una comprensión “intermedia” e integral de estas categorías desde el ámbito teológico y espiritual, y desde el espectro sociopolítico y de las relaciones humanas.

Reconciliación
No existe un único concepto de reconciliación; su uso en un contexto como el colombiano tiene implicaciones éticas y políticas que han hecho de su estudio un ejercicio complejo.

Una primera noción de reconciliación consiste en la construcción o reconstrucción de relaciones que por causa del conflicto fueron fracturadas, debilitadas o simplemente eran inexistentes, y que están encaminadas a la concreción de un escenario social que prescinda de la violencia. Así la reconciliación se configura como: i) Una meta, en tanto es un proceso de largo alcance que requiere la reforma profunda de ciertos imaginarios sociales y el cambio de creencias arraigadas. ii) Un proceso de construcción de espacios de encuentro y de generación de disposición entre los miembros de una sociedad (antiguos adversarios, victimarios, víctimas, etc.), para asumir e integrar el pasado y el futuro con el fin de afrontar el presente (Guerrero, 2015).

La reconciliación es parcial y dinámica, “no se da de manera rígida ni por imposición, ni se decreta; no obstante, se pueden generar condiciones para que ella sea posible” (Guerrero, 2015). Para Mauricio García SJ (2015) “tenemos que promover una reconciliación que más allá de un proceso individual, psicológico o incluso religioso, pueda promover una reconciliación como proceso social y político de carácter nacional”.

Desde una perspectiva teológica, la reconciliación es acción del mismo Dios que transforma al hombre y restablece su amistad profunda con él, a través de la ‘reconciliación de los desavenidos’. Vista desde la Compañía de Jesús, en el Decreto de Misión de la Congregación General 35, se define la reconciliación como: un proceso de “restablecimiento de relaciones justas con Dios (que es la trascendencia, contacto con las fuentes de vida), con los otros (la fuente de vida en los otros y en uno mismo) y con la creación (con la naturaleza)”.

Paz
De manera amplia y genérica puede entenderse de dos formas: i) la paz negativa, la cual se trata de un estado de ausencia de violencia física; y ii) la paz positiva que se entiende como un estado de cosas caracterizado por un elevado grado de justicia y una expresión mínima de violencia, no sólo directa sino también estructural, lo que supone la satisfacción de las necesidades humanas básicas (Fisas, en García, 1992).

La paz es un horizonte de ‘utopías posibles’ pues es un deseo y una aspiración que nos debe llevar a una mayor justicia y una sociedad más incluyente en el corto, mediano y largo plazo. Para ellos existen tres momentos o fases que no son lineales, sino que se superponen y combinan de manera compleja y simultánea:

Peace-making: ‘hacer las paces’ implica desactivar la violencia armada.
Peace-keeping: ‘mantener la paz’ involucra la intervención (por lo general de actores neutrales) diseñada para evitar cualquier inicio o reanudación del conflicto violento.
Peace-building: ‘construir la paz’ se trata de un proceso de largo plazo, complejo y multidimensional que incluye una amplia gama de esfuerzos de los diversos actores para abordar las causas profundas de la violencia y garantizar la superación de los conflictos por las vías de la política y la ampliación de la democracia.


Para trabajar por la paz es empeñarse en transformar las relaciones conflictivas en relaciones amistosas o, por lo menos, respetuosas. Es un clima, una calidad de relaciones inspiradas en el amor y la aceptación de los demás, recuperada por el perdón y la reconciliación; y por lo tanto, va más allá de negociaciones (mecanismo para concretarla), y supone la actitud interior en cada uno de nosotros para lograr que el Amor que nos constituye seres humanos sea la fuerza que nos conduzca a perdonar, a legitimar a los diferentes para convivir con ellos. Sin el compromiso con la paz de cada hombre y mujer, no será posible convertir esa paz en el modo cotidiano de vivir.

Perdón
Con el perdón se busca pasar de la coexistencia a una reconciliación que permite la reconstrucción de las relaciones sociales y políticas. El perdón implica renunciar a toda forma de violencia, incluso amar al enemigo y renunciar al castigo material o moral como venganza. Esta concepción del perdón, que está fundamentada en una visión teológica, resulta fundamental para superar el odio, transformar las relaciones y construir la paz.

Aunque este concepto tiene un matiz religioso, es necesario abordarlo de una forma más amplia, incluso convertirlo en una virtud política (Aguirre, 1999). De esta manera, el perdón ‘es ciertamente una de las más grandes capacidades humanas y quizás la más audaz de las acciones en la medida en que intenta lo aparentemente imposible, deshacer lo que ha sido hecho, y logra dar lugar a un nuevo comienzo allí donde todo parecía haber concluido’ (Arendt, 1995), en (García, 2015).

Es necesario pasar de una perspectiva meramente psicológica de carácter individual a una perspectiva política de carácter colectivo, a un proceso social de perdón que tiene como mediaciones la necesaria humanización del conflicto, el socializar con la sociedad las vivencias y consecuencias del acto injusto, el desarrollo de una concientización social sobre el perdón, el establecimiento de una formulación jurídica del perdón (por ejemplo, una amnistía) y las políticas públicas que lleven a la superación del conflicto subyacente a los actos injustos (García, 2015).

Para Francisco de Roux S.J., el perdón debe ser algo discrecional de las víctimas y no condición para avanzar hacia la reconciliación.

Nota
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Esta caja de herramientas aborda la perspectiva de género y reconoce la diversidad en todas sus expresiones. Sin embargo, en algunas descripciones de las herramientas se nombra a los sujetos en masculino con el propósito de facilitar su lectura, sin desconocer dicha perspectiva.

Reconciliación con Dios

Esta Caja pretende contribuir a la misión del Compañía universal comprometida con el servicio de la fe y la promoción de la justicia, y para ello profundiza en el llamado hecho por la Congregación General 35 (CG 35) a establecer relaciones justas con Dios, con los demás y con la creación, ratificado en el Decreto 1 de la CG 36 “Compañeros en una misión de reconciliación y justicia”.

Desde allí entendemos la Reconciliación con Dios (o con nuestras fuentes de vida), como la reconciliación con la experiencia de fe y sentido en la vida de cada uno, aquello que nos motiva y nos da capacidad de confiar en la vida (SJR, 2017).

La reconciliación con Dios es permitir su acción en nuestras vidas, lo que implica “cambio” y “transformación”. En sentido teológico, es el restablecimiento de un estado original de amistad de Dios con el hombre. Es un acto permanente y dinámico de Dios en cada persona, transformándola para ser un instrumento transparente de esa misma acción para los demás, con el propósito de suscitar en el otro esa misma dinámica transcendente, o sea, la formación de una comunidad de seres humanos que viven buscando el interés de los demás (link a José Roberto Arango, 2015). “Todo proviene de Dios que nos reconcilió consigo por Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación” (2 Cor. 5,18).

Para la Compañía el acercar a la gracia del Evangelio a aquellos que se encuentran en una constante búsqueda del sentido de la vida, es “dar a conocer el verdadero rostro del Señor a tantos hombres para los que éste permanece hoy oculto o irreconocible” (CG 35. D3, n20). Respetando el contexto y las tradiciones culturales de las personas que se acompañan (CG 36. D1, n24), estamos invitados a compartir la experiencia de los Ejercicios Espirituales que renuevan nuestra esperanza, “Dado que la muerte y resurrección de Cristo ha re-establecido nuestra relación con Dios, nuestro servicio de la fe, debe conducir necesariamente a la promoción de la justicia del Reino y al cuidado de la creación de Dios” (CG 35. D3, n24) desde la vivencia de la espiritualidad ignaciana y el discernimiento.

Reconciliación consigo mismo

Esta Caja pretende contribuir a la misión del Compañía universal comprometida con el servicio de la fe y la promoción de la justicia, y para ello profundiza en el llamado hecho por la Congregación General 35 (CG 35) a establecer relaciones justas con Dios, con los demás y con la creación, ratificado en el Decreto 1 de la CG 36 “Compañeros en una misión de reconciliación y justicia”.

Desde allí entendemos por la Reconciliación consigo mismo como la reconciliación con nuestra propia historia personal, aceptando nuestras capacidades, límites y errores (Link a Herramientas, 2017). La reconciliación con nosotros mismos es a la vez una reconciliación colectiva con los hombres y mujeres con quienes compartimos nuestra historia. Esta doble dimensión es inseparable e ineludible. En ella “es imprescindible reconocer y admitir que todos los errores que advertimos en los demás pueden ser cometidos por nosotros. Ese reconocimiento y esa admisión son condiciones indispensables para perdonarnos y perdonar. Sin esa experiencia, estaremos, de seguro engañados y engañando. Pero si nosotros perdonamos, podremos evangelizar para el perdón. Solamente así, en la profunda convicción del valor de los derechos humanos y en el compromiso incondicional de su defensa, podremos aspirar a una reconciliación duradera y aun esperar un perdón sincero en el que la fraternidad nos abra el camino del reconocimiento de unos colombianos por otros y el de Dios por todos los colombianos”. (Angulo, 2015).

Como Compañía de Jesús, la reconciliación es un proceso permanente que se debe emprender desde el corazón de cada hombre y mujer, se propicia y se construye en todos los niveles de nuestra misión, siempre procurando tocar la raíz de la misma que es la Espiritualidad. Pues si nos quedamos solo en los elementos externos, que son importantes, estos no tendrán las raíces suficientes para hacerla sostenible y procesual en cada uno de los proyectos políticos, sociales, económicos que emprendamos para aportar a la reconciliación en Colombia. (link a José Roberto Arango).

Reconciliación con los otros

Esta Caja pretende contribuir a la misión del Compañía universal comprometida con el servicio de la fe y la promoción de la justicia, y para ello profundiza en el llamado hecho por la Congregación General 35 (CG 35) a establecer relaciones justas con Dios, con los demás y con la creación, ratificado en el Decreto 1 de la CG 36 “Compañeros en una misión de reconciliación y justicia”.

Desde allí entendemos por la Reconciliación con los otros como el llamado que refuerza nuestro compromiso de ayudar a establecer relaciones justas desde la perspectiva que nos da el trabajo “entre los pobres y por los pobres” y marginados aprendiendo de ellos, actuando con ellos y a su favor. Encarar esa realidad compleja implica tender puentes y establecer vínculos en el terreno de la incidencia política para favorecer la colaboración entre aquellos que detentan el poder político y aquellos que encuentran dificultad en hacer oír sus intereses (CG 35. D3, n28).

De este modo cooperamos con el Señor en la construcción de un futuro nuevo en Cristo para alcanzar una “globalización en la solidaridad, una globalización sin marginación” (CG 35. D3, n30). Estamos llamados a apoyar a las comunidades en sus luchas, reconociendo que tenemos mucho que aprender de sus valores y su valentía. La defensa y promoción de los derechos humanos y de una ecología integral constituyen un horizonte ético que compartimos con muchas personas de buena voluntad, que buscan también responder a esta llamada (CG 36, D1, n27).

Esta reconciliación tiene varias dimensiones, una dimensión interpersonal de “procesos individuales o de contextos interpersonales entre la víctima y el perpetrador”; entre los excombatientes y los miembros no-víctimas de las comunidades receptoras; o entre los excombatientes. Una dimensión social o colectiva que parte del supuesto de que víctimas y victimarios no logran encontrar espacios comunes ni consensos, para ello son necesarios los escenarios en los cuales prime la coexistencia pacífica a través de una cultura política respetuosa de los derechos humanos. Y una dimensión política que implica la (re)construcción de confianzas entre las y los ciudadanos y las instituciones, pretendiendo dar solución a las causas estructurales del conflicto (Guerrero, 2015).

Reconciliación con la Creación

Esta Caja pretende contribuir a la misión del Compañía universal comprometida con el servicio de la fe y la promoción de la justicia, y para ello profundiza en el llamado hecho por la Congregación General 35 (CG 35) a establecer relaciones justas con Dios, con los demás y con la creación, ratificado en el Decreto 1 de la CG 36 “Compañeros en una misión de reconciliación y justicia”.

Desde allí entendemos por Reconciliación con la creación- el cuidado del medio ambiente que se inspira en lo que Ignacio enseña en el Principio y fundamento sobre el buen cuidado de todas las criaturas y en su intuición, de la Contemplación para alcanzar amor, sobre la presencia activa de Dios en ellas (CG 35. D3, n32).

El Papa Francisco en la Encíclica Laudato Si ha subrayado la conexión fundamental que existe entre la crisis ambiental y la crisis social actual y futura, conexión que es síntoma del modo equivocado como están organizadas nuestras sociedades y nuestras economías. El cuidado de la Casa Común es el llamado a prestar ayuda en la sanación de un mundo herido (CG 36. D1, n 29). La apuesta por una ecología integral que comprende la degradación ambiental y la pobreza como un solo reto que exige de la Compañía una respuesta polifacética que va desde cambiar nuestro estilo de vida; responder con análisis rigurosos y soluciones a la crisis; y mantener el compromiso de la Compañía con regiones como la Amazonía y la Cuenca del Congo, esenciales reservas ambientales para el futuro de la humanidad (…) Y no podemos olvidar celebrar la creación, dando gracias por “tanto bien recibido” (CG 36. D1, n30).

Hoja de Ruta

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